Rosario en 48 hs.

Después de descubrir varios de los rincones que delinean la identidad de Rosario durante un fin de semana, es fácil comprobar que esta ciudad del sur de Santa Fe no da tiempo. La oferta turística se diversificó en los últimos años y la Costanera fue recuperada como recreo imprescindible para ser compartido por vecinos y turistas. Del puerto al puente a Victoria, los parques de la ribera del Paraná convocan a un entretenido encuentro comunitario.

El proceso de remodelación está focalizado en la recreación, con lo cual al tradicional pulso comercial se suma otro motivo de peso para visitar Rosario. También ocupa un lugar central la puesta en valor del casco histórico, que depara un delicioso paseo por reliquias de la peatonal Córdoba y la calle Santa Fe.


PRIMER DIA

9:00 hs. Bar El Cairo
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Nada mejor que empezar a tomarle el pulso a Rosario en El Cairo, el bar por excelencia de la ciudad. Fue reabierto hace un año, restaurado después de un incendio. Para hacer honor a la fama del lugar, desayuno un Carlitos (tostado de jamón y queso con ketchup), lágrima (rigurosamente, más leche que café) y postre chajá, desbordante de crema y con trozos de durazno natural. Desde su apertura en 1943, El Cairo se hizo un lugar en el gusto popular como un típico café con mesas de billar, donde periodistas, artistas, jóvenes intelectuales y soñadores se reunían para hablar de fútbol, política y mujeres. Lo frecuentaban personajes célebres de la ciudad —como "El negro" Fontanarrosa— y recibió a Joan Manuel Serrat. Cuenta con librería y muestras de arte. Ofrece espectáculos de música y teatro.

10:00 Parque España
Bajo 4 cuadras por Sarmiento. En la costanera, Rosario empieza a mostrar su perfil más luminoso. La espléndida postal del Paraná planchado armoniza con la mancha verde de la isla del Espinillo y se transforma en una compañía inmejorable. El Parque España enmarca la estación Rosario Central, base de las propuestas para chicos de la Isla de los Inventos. Conviene caminar en esta franja que serena el espíritu. Al norte, en el Parque de las Colectividades —donde empieza a distinguirse la silueta del puente a Victoria—, los vecinos y los turistas matean o andan al trotecito, con el río de fondo

17:00 Parque Independencia:
El más refrescante pulmón de Rosario —el Parque Independencia, creado en 1902— mantiene esa sugestiva combinación de sitios clásicos y antiguos con perfumados espacios verdes. Alrededor del estadio de Newell's Old Boys se puede improvisar un romántico paseo que incluya una vuelta en bote en un lago, paradas en un puentecito y el Rosedal para percibir los aromas de la naturaleza y una visita a los museos de Bellas Artes y De la Ciudad. Dejo agendado el espectáculo nocturno de aguas danzantes.


11:30 Barrio Alberdi
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La costanera gana en belleza con pérgolas, canteros con flores y juegos, junto al estadio de Rosario Central. Es la elegante carta de presentación del Parque Alem, el corazón del barrio Alberdi. Lujosos chalés se posan sobre las barrancas y empieza una seguidilla de boliches y bares —sobresale Puerto del Aire, construido en cuatro niveles—, que se alarga hasta el balneario La Florida. En Warnes y Herrera, el suntuoso palacio del siglo XIX Villa Hortensia ofrece muestras de arte y se puede visitar gratis.


13:00 Parrilla Escauriza:
El almuerzo satisface la ansiedad por dar cuenta de un pescado de río. La fama de la Parrilla Escauriza tiene sus razones: porciones generosas que se sirven sin espinas y manjares únicos, como pacú y boga al limón, con vino blanco. Para entrar en clima, la casa propone rabas, bastoncitos de surubí y albóndigas de pescado. De yapa, mamón en almíbar y la vista impecable del río, el puente a Victoria y el delta.

15:00 Costa Alta
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Es un espectacular mirador de la ribera. Regala dos perspectivas: por un lado, el sendero de 600 m del Paseo del Caminante, que conecta con un muelle en forma de "T" metido 50 m sobre el agua. La pasarela y sus visitantes parecen empequeñecerse ante la intimidante mole del puente, dos cuadras al norte. A su vez, un ascensor trepa la barranca y exhibe la playa de arena de La Florida, las lanchas de pasajeros que rumbean hacia las islas y los edificios de la ciudad, borroneada a 5 km.

16:00 Bulevar Oroño
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De regreso al centro por la costa, conviene aminorar la marcha del vehículo —o, mejor, bajar a caminar—, con la idea de apreciar las mansiones de la década del '20, muy bien preservadas a lo largo del bulevar Oroño. Era el paseo dominguero de los pobladores más acomodados. Hoy, modernos bares enfrentan el parque de la acera central, adornado por árboles centenarios, bancos y pérgolas.


18:00 Jardín de los Niños:
Es un despropósito irse del Parque pasando por alto el Jardín de los niños, un proyecto que induce a estimular la imaginación y la creatividad. Entre juegos, misterios y poesía, es imperdible la sala de inventos de Da Vinci, magistralmente recreados.

20:00 Peatonal
Córdoba:
Rosario vibra con fuerza en la Peatonal Córdoba. También afloran aquí diferentes estilos arquitectónicos de los siglos XIX y XX. El Paseo del Siglo —guiado por carteles indicadores— revela rasgos renacentistas y neogóticos mezclados con barroco francés, art nouveau y expresionismo alemán. Me deslumbran las fachadas del Palacio de la Bolsa de Comercio, la tienda La Favorita y el edificio Los Gobelinos.


1:00 La movida nocturna:
La noche se hace intensa en el barrio Pichincha. Los mayores de 25 se vuelcan a la disco Madame, mientras los más jóvenes eligen Satchmo y Moon. También atraen multitudes La Fluvial (en el puerto) y La Casa del Bajo, sobre la costanera. En cambio, en el centro crece la oferta de pubs más tranquilos, donde priman los tragos y las bandas en vivo, como Willy Dixon (en Suipacha y Güemes), Berlín (pasaje Zabala y Sarmiento) y Luna (Tucumán y San Martín). Pero es preferible ponerse límites: el domingo espera con más opciones.

SEGUNDO DIA

8:30 Parque Urquiza:

Recupero fuerzas en el Parque Urquiza, un balcón asomado al río, pegado al señorial barrio Martin. Ciclistas, aerobistas y caminantes se desplazan por una senda recortada entre ceibos, tipas, plátanos, jacarandaes y palmeras. Padres e hijos corren hacia los juegos infantiles, el Planetario y el Museo de Ciencias, mientras un puñado de adultos en jogging imita los movimientos de su profesor de yoga.


9:30 El Anfiteatro:
La Confitería del Anfiteatro posterga la partida del parque. Se justifica: la vista inmejorable del Paraná y las islas ameniza el desayuno de jugo natural y medialunas, al aire libre.

11:00 Barrio Fisherton:
Desde el centro (en Maipú y Córdoba o por la calle Santa Fe), el colectivo 115 me deposita en el barrio Fisherton, surgido en 1888 alrededor de los chalés construidos para los directivos ingleses del Ferrocarril Central Argentino. Surgió como una aldea diseñada por el ingeniero Fisher (el nombre de la zona degeneró de "Fisher town" o "Ciudad de Fisher"). Hoy muestra el impecable estado de conservación de la estación Antártida Argentina —reciclada como centro cultural— y de algunas viviendas del bulevar Argentina.
13:00 Fonda La Marina:
Ruidosa, sencilla y familiar, la fonda La Marina prepara exquisitos platos españoles. El paladar se solaza con empanada gallega, mondongo y guiso de lentejas. Quedan para otra oportunidad el besugo a la vasca, puchero de pecho y paella. Para cerrar, elijo budín de pan y dejo pendiente el queso con dulce.

15:00 Casco histórico
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Los rosarinos transformaron en un seductor vergel en el microcentro al terreno donde surgió el Pago de los Arroyos en 1689, luego bautizado Villa del Rosario. Combino el paseo por la plaza 25 de Mayo con una visita a la Catedral, ubicada enfrente. Sobre la puerta de madera, sorprende un vitral que ilustra el primer izamiento de la bandera sobre las barrancas. La gesta fue encabezada por Belgrano el 27 de febrero de 1812.
17:00 Monumento Nacional a la Bandera:
El pasaje peatonal Juramento vincula la Catedral con el Monumento a la Bandera. Una cascada acaricia una serie de esculturas de Lola Mora. El conjunto luce mejor cuando es iluminado de noche. Más allá, el Propileo (templo griego sostenido por columnas rectangulares) recubre la llama votiva y cobija el Museo de las Banderas. Junto al Patio Cívico, la torre principal se eleva a pasos del río y un ascensor lleva al mirador (a 70 m), con vistas hacia todos los puntos cardinales.


18:00 Museo de Arte Contemporáneo:
Los ocho cilíndros del silo Davis fueron reciclados para albergar el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, un potente faro de proyecciones artísticas, con acceso libre. Su variado menú alterna muestras de 250 artistas de todo el país, ciclos de cine, conferencias y visitas guiadas por los 8 pisos del complejo.

19:00 Bar Del Negro
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Las últimas horas en Rosario me empujan amablemente tras los pasos de otro emblema, metido en el corazón de esta ciudad. En Pichincha, el bar Del Negro homenajea al capocómico Alberto Olmedo, nacido en este barrio. Mientras espero un entrecot al puerro, recorro el salón rodeado de comensales, ávidos por reconocer los objetos y las fotografías donados por amigos del actor. "La perla más valiosa —me susurra desde el otro lado de la barra Germán, el anfitrión— es el bordereaux de su última actuación en el teatro Tronador de Mar del Plata, en 1988".

21:00 Barrio Pichincha:
Me despido de a poco de esta ciudad amigable, hurgando sitios que décadas atrás hicieron de Pichincha un barrio orillero, de burdeles que atraían a marineros, inmigrantes, campesinos y aventureros porteños. También aquí —donde hoy los bares y las discos cautivan adolescentes— edificaron su fama de pendencieros Chico Grande y Chicho Chico. De ese pasado oscuro sólo subsiste la leyenda: en Pichincha, los ánimos se calmaron, a tono con la serenidad que transmite el Paraná.

Que lo disfruten.